¿Cuánto es lo normal?
Ni la frecuencia, ni las posiciones, ni la duración, ni tener que llegar al orgasmo son lo mas importante.
En el tiempo que llevo ayudando a pacientes en temas de sexualidad, por mucho la pregunta que más oigo es: ¿cuantas veces es normal tener relaciones sexuales con mi pareja? Noto una gran preocupación por la frecuencia sexual.
Y es aquí donde esta vez me quiero detener. En el sexo nada es normal ni anormal, las emociones no son blancas o negras, malas o buenas, limpias o sucias.
Cada pareja tiene que aprender que su propia sexualidad es la más importante y esta es única. Si tengo sexo una vez a la semana, o al mes, o a cada 6 meses y lo paso bien, me gusta, logro mis orgasmos y estamos contentos con eso, ¿cuál es el problema?
Es un error preguntar y comparar mis relaciones con las de una amiga, conocida, ya que esto solo va a traer dudas, miedos e inseguridades en mi relación de pareja.
El otro día leía que los pingüinos tienen solo un orgasmo al año, y pensé: cómo debe ser de bueno, que ellos deben de quedar felices y no necesitan más hasta el otro año.
No se trata de que nosotros los seres humanos seamos como los pingüinos, pero sí de que dejemos atrás esa presión absurda del "cuánto", algo solo limita y trae problemas al acto sexual.
No nos olvidemos de que nuestro órgano sexual más potente es nuestra mente, por lo tanto, no tiene caso llenarla de comparaciones y de dudas ante nuestra frecuencia sexual, que mientras esta sea buena ¿para qué hacernos de una presión más? Como si no bastara con las que tenemos a diario.
La otra vez me tocó ver a una pareja: estaban muy cansados, trabajo, casa, cuentas, niños, etc. Me decían que llegaban a la casa y lo único que querían era acostarse para dormir, que las ganas y deseos no superaban el cansancio físico que tenían, pero se querían y deseaban.
Les comenté que no era necesario practicar coito, que existen muchos juegos entretenidos para llegar al orgasmo, y si esto no sucede, no importa, pero que jugar entre ellos antes de dormir era una manera de tener una buena sexualidad. Cada uno me dijo lo que le gustaba que el otro le hiciera, chupar una oreja, el dedo gordo del pie, buscar habilidades de placer.
Para la próxima sección sus caras ya eran diferentes, habían logrado pasarlo bien a pesar de su cansancio, con juegos, cortos pero que al mismo tiempo en cierto modo despertaban el deseo y el placer para algo más.
Por esto les digo, dejemos las angustias de lado, junto con las experiencias de los otros, que siempre sonarán mejores que las nuestras.
Concentrémonos en lo que tenemos y trabajemos para que sea lo mejor. Ni la frecuencia, ni las posiciones, ni la duración, ni tener que llegar al orgasmo son lo mas importante. Las habilidades de cada uno son como gasolina para una sexualidad placentera.
Qué importa cuánto es lo normal... ¡a disfrutar!
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