"El Perú en la OCDE", por Santiago Dávila Philippon
Pertenecer a la élite de países que forman la OCDE es una aspiración loable. Pero, ¿el Perú está preparado para ello?
(Foto: Getty Images)
El Perú quiere formar parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La OCDE es una agrupación de países, principalmente desarrollados, que buscan promover políticas públicas que generen bienestar para sus ciudadanos. El objetivo es loable, altamente esperado y necesario, pero sumamente difícil de alcanzar.
Lo que se discute y se establece en la OCDE son estándares de cómo ejecutar acciones en materia de política económica, social, ambiental, competencia, innovación, reforma regulatoria, entre otros varios temas de desarrollo.
Varias de las políticas, programas y leyes que hoy se debaten en el Perú han sido ya discutidas, ensayadas y validadas en los países miembros de la OCDE. En ese sentido, uno de los beneficios de que el Perú ingrese a la OCDE es que buena parte de la agenda pública debería no solo plantearse más rápido, sino incluso resolverse de forma más expeditiva, si aplicáramos las recomendaciones emanadas de este organismo.
Pero el camino para el ingreso a la OCDE no es fácil y sus beneficios no se verán en el corto plazo. En verdad, sus efectos positivos solo se verán cuando nuestras instituciones deban ajustarse a nuevos y mejores estándares de funcionamiento, lo que puede resultar incómodo a ciertos políticos, funcionarios públicos e incluso empresarios acostumbrados al statu quo. No debe sorprender que los que hoy recomiendan activamente nuestro ingreso a dicho organismo, se opongan más adelante a la adopción de ciertas políticas y estándares promovidos por la OCDE.
El ingreso a este importante organismo supone, además, un costo económico y logístico para el país que no es despreciable y que debe tomarse en cuenta en los presupuestos de las instituciones públicas a fin de darle sostenibilidad a este proyecto de ingreso a la OCDE. Chile es un buen ejemplo. Tiene varios funcionarios en París, sede de la OCDE, y otros varios puntos de contacto en las instituciones públicas chilenas que participan activamente en los comités técnicos de dicho organismo. Además, a la OCDE deben asistir funcionarios públicos de primer nivel, con un alto nivel del idioma inglés cuando menos, aparte de conocer muy bien la temática en discusión. ¿Estamos preparados para ello?
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